jueves, 10 de diciembre de 2009

CELEBRACIÓN EN LA COMUNITÁ CENACOLO, DE EXALTACIÓN DE LA CRUZ

CELEBRACIÓN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y DEDICACIÓN DE LA IGLESIA TITULADA «MARÍA, ESPOSA DEL ESPÍRITU SANTO» EN LA COMUNIDAD «CENÁCULO» DE EXALTACIÓN DE LA CRUZ (DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA), EN EL CUARTO ANIVERSARIO DE SU PRIMERA FUNDACIÓN EN ARGENTINA

La Comunidad Cenáculo en la Argentina celebra un nuevo aniversario.

El sábado 5 de diciembre celebró el cuarto aniversario de su creación la fraternidad Nuestra Señora de Luján (Ruta 8 Kilómetro 69, en el partido de EXALTACIÓN DE LA CRUZ, perteneciente a la diócesis de Zárate-Campana, en la Provincia de Buenos Aires), de la Comunidad Cenáculo de la Argentina. Esta última ha sido reconocida recientemente “de derecho pontificio” por el Pontificio Consejo para los laicos de la Santa Sede.

Por especial concesión de Mons. Sarlinga, toda la comunidad y asistentes en la Liturgia se celebró ese día la solemnidad de la Inmaculada Concepción. La eucaristía, durante la cual fue dedicada la iglesia, de culto semi-público de la comunidad “Cenáculo”, fue presidida por Mons. Oscar D. Sarlinga, quien dedicó el templo al título de la Virgen María, «Esposa del Espíritu Santo». Asistió al acto y concelebró en la eucaristía Mons. Héctor Cardelli, Obispo de San Nicolás, con un grupo de sacerdotes de su diócesis, el P. Stefano Aragno, primer colaborador de la Madre Elvira Petrozzo (fundadora de la comunidad) el vicario general de Zárate-Campana, Mons. Edgardo Galuppo, el cura párroco de la jurisdicción (parroquia de Los Cardales), Pbro. Claudio Caruso, Mons. Ariel Pérez, cura párroco de Ntra. Sra. del Carmen de Zárate, y numerosos sacerdotes amigos de la casa, así se notó la asistencia de gran cantidad de jóvenes, familiares, benefactores y simpatizantes de esta obra de recuperación de tóxico-dependientes. A las 15hs. se rezó el Rosario y hubo un momento dedicado a los testimonios y canciones. El encuentro continuó a las 18 hs. con adoración eucarística y concluyó con un musical bíblico que comenzó a las 20 hs. Al concluir la misa, el P. Stefano Aragno, principal colaborador de Sor Elvira Petrozzi, fundadora de la Comunidad Cenáculo Internacional, dirigió un mensaje de la Fundadora y dirigió unas sentidas palabras, también inspiradas en la homilía del Obispo Mons. Sarlinga.

En su homilía, Mons. Oscar Sarlinga destacó que la Virgen Santísima, concebida Inmaculada en razón de la misión que el Señor le confió, esto es, el ser Madre del Salvador del mundo, Jesucristo, tenía también en grado eminente el carisma de la profecía, y por ello profetizó sobre sí misma: «Bienaventurada me llamarán todas las generaciones».


HOMILÍA CON OCASIÓN DE LA DEDICACIÓN DEL TEMPLO DE «MARÍA, ESPOSA DEL ESPÍRITU SANTO» DE LA COMUNIDAD «CENACOLO»

Exaltación de la Cruz, 5 de diciembre de 2009

La Virgen Santísima, concebida Inmaculada en razón de la misión que el Señor le confió, esto es, el ser Madre del Salvador del mundo, Jesucristo, tenía también en grado eminente el carisma de la profecía, y por ello profetizó sobre sí misma: «Bienaventurada me llamarán todas las generaciones», es por esto que queremos decirle hoy: ¡Bienaventurada!, ¡Feliz de Ti!. Feliz de Ti porque has creído, porque dijiste tu «Sí» confiado, esperanzado, Mujer Revestida de Sol (Cf Ap. 12) que nos has dado al «Amor de los Amores», y que nos devolviste la esperanza.

En este lugar, en el partido de Exaltación de la Cruz, del que no podemos dudar la elección de la Virgen para que haya sido fundada por vez primera en la Argentina esta «comunidad de esperanzados y esperanzadores», tampoco podríamos dejar de ver la presencia luminosa de la «Cruz Pascual», cruz que estos jóvenes han vivido en su vida –y que tal vez, con dolor, la hayan hecho vivir a otros- pero que se han inundado de esperanza, que brilla en sus ojos, y que hace que se despierte también en otros, sí, que se despierte la esperanza, a fuerza de ver ojos esperanzados, como se despierta la fe, a fuerza de escuchar «la predicación de la fe», en el concepto paulino. Todos estamos necesitados de la esperanza, del «realismo de la esperanza» como nos lo enseña el Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et Spes.

Hoy dedicamos esta iglesia a la titularidad de María Santísima, en su advocación de «Esposa del Espíritu Santo», el Espíritu «Alma de la Iglesia», el Espíritu que descendió sobre la Virgen y la cubrió con su Sombra, razón por la cual el Niño es el Hijo del Altísimo. Esta ha sido la misión de la Virgen en el designio más profundo de Dios.

La Inmaculada Concepción esto es, que María fue concebida sin el pecado original, en vistas a la Misión que el Señor le confiaba, ser la Madre del Salvador del mundo, pertenece al patrimonio de fe de la Iglesia desde siempre, pues Ella siempre fue venerada como la «Toda Santa». El dogma de fe fue proclamado por el Papa Pío IX en 1854. Su concepción inmaculada es un Faro Iluminador y Esperanzador para una humanidad tan necesitada de Amor y de Esperanza, como nos lo dijo en el año 2007 el Papa Benedicto XVI, en el «Angelus»:

“(…) la fiesta de la Inmaculada ilumina como un faro el período de Adviento, que es un tiempo de vigilante y confiada espera del Salvador. Mientras salimos al encuentro de Dios que viene, miramos a María que «brilla como signo de esperanza segura y de consuelo para el pueblo de Dios en camino» (Lumen Gentium, 68)”.

Esta acción de Dios posee un profundísimo sentido, conforme a la Misión de María en el plan divino: Ella fue concebida sin pecado, porque de Ella nacería el Redentor, cuyo Nombre es «Jesús», que significa, precisamente, «Salvador». Este mismo Jesús, que vivió treinta años en Nazaret, en Galilea, es el Hijo Eterno de Dios, «concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de María Virgen». La Iglesia, pues, profesa y proclama que Jesucristo fue concebido y nació de una hija de Adán, descendiente de Abraham y de David, la Virgen María. El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios se identifica con la concepción prodigiosa sucedida por obra del Espíritu Santo en el instante en que María pronunció su “sí”: “Hágase en mi según tu palabra” (Lc 1, 38); y allí nos hermanó, a todos los hombres, para siempre.

Veamos esperanza, que se haga en nosotros también la Palabra de Dios, abramos nuestro corazón en un «sí» radiante; para la transformación del mundo con la Gracia de Cristo, para que el Amor reine, para que se disipen las tinieblas del desamor, del hastío, de la desorientación profunda, del sinsentido de la vida y para que cierto nihilismo imperante, inundado de tanta luz amorosa, se transforme en nueva fuerza para una nueva humanidad, bajo el manto protector de María, la Madre que acompañó a los Apóstoles y a los discípulos reunidos en oración en los inicios de la Iglesia, y nos seguirá acompañando siempre, hasta el fin de los siglos.

Amén

+Oscar Sarlinga


La comunidad Cenáculo Se dedica a servir a quienes viven en el mundo de la droga y del alcohol: “hombres y mujeres jóvenes desilusionados que envueltos en la desesperación y la desesperanza, están convencidos de que la vida no tiene ningún significado o valor. Y que incapaces de encontrar paz y alegría en sus vidas intentan llenar el vacío con los placeres ilusorios del mundo, sólo para encontrarse inmersos en un total aislamiento interior”, explican desde la institución. En la Argentina tienen una casa, la fraternidad “Nuestra Señora de Luján”, que se encuentra en el partido de Exaltación de la Cruz, justo en el límite con el partido de Pilar. Forma parte de la “Comunidad Cenacolo” internacional fundada en Italia en 1983 por sor Elvira Petrozzi. De acuerdo a cómo la definen los responsables, se trata de una “escuela de vida” en la que “se enseña a amar y ofrece una propuesta de vida auténtica y concreta basada en Jesucristo”.

La definen también como “una familia con distintas realidades”, ya que la integran jóvenes varones y mujeres recuperados y en camino de recuperación, casados con niños y solteros. Ofrece la vida consagrada de religiosos y religiosas para los que quieren dedicar el tiempo completo a la comunidad. En algunos países de América Latina se han abierto misiones para niños de la calle. El punto de encuentro en la Capital Federal es la parroquia Sagrada Eucaristía (Santa Fe 4320), donde se realizan coloquios para jóvenes y familias los segundos y cuartos sábados de cada mes a las 10.

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