Benedicto XVI, Carta Encíclica « Spe Salvi », 2007
La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el
rumbo? […] Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que
han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo
es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las
tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también
luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo,
ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que
María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su «
sí » abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se
convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo
carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn
1,14)?
Así, pues, la invocamos: Santa María, ... por ti, la esperanza de
milenios debía hacerse realidad, entrar en este mundo y su historia. Tú
te has inclinado ante la grandeza de esta misión y has dicho «sí»: «Aquí
está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).
Hasta la hora de la cruz, … recibiste entonces la palabra: « Mujer, ahí
tienes a tu hijo » (Jn 19,26). Desde la cruz recibiste una nueva misión.
A partir de la cruz te convertiste en madre de una manera nueva: madre
de todos los que quieren creer en tu Hijo Jesús y seguirlo.
Carl Heinrich Bloch. Siglo XIX.
Museo de Historia Nacional,
Castillo de Frederiksborg en Hillerød,
Dinamarca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario